jueves, 6 de octubre de 2011

Bibliografía 1 del trabajo de campo

David Cuartero Lozano                                                     6-10-2011

Bibliografía comentada: tema 12: alteraciones venosas y arteriales. Arterioesclerosis y embolismo

Beers M, Berkow R. Trastornos cardiovasculares: enfermedad arterial periférica. En: Manual Merck de Geriatría. 2ª Ed. Madrid: Harcourt. 2001. P. 915-923.
He seleccionado este capítulo porque nos habla de las arterioesclerosis obliterante que es definida como “oclusión del suministro de sangre a las extremidades producida por placas ateroscleróticas (ateromas)”. Se trata de una enfermedad progresiva relacionada con la edad, cuya progresión es lenta, insidiosa y tarda muchos años en dar manifestaciones clínicas. Luego se destacan una serie de factores de riesgo que favorecen su aparición como tabaquismo, diabetes mellitus, hiperlipidemia, HTA, policitemia, antecedentes familiares de la enfermedad, etc. Seguidamente se ofrece una explicación de cómo actúan cada una de ellas.
Posteriormente se nos ofrecen los signos y síntomas que puede aparecer, aunque se hace mención de que muchas veces cursa sin síntomas (presentando sólo manifestaciones clínicas cuando se cierra el 70% de la luz vascular). El síntoma más característico es la claudicación intermitente (dolor, tensión o debilidad de los músculos durante el ejercicio. El dolor es descrito como una compresión localizada en las pantorrillas). Hay factores ambientales como el frío, el viento y las pendientes que provocan el agravamiento de estos síntomas. Otros síntomas menos específicos de la arterioesclerosis obliterante son entumecimiento, parestesias, frialdad y dolor en reposo.
En cuanto al diagnóstico se hace referencia a que la ausencia de pulsos periféricos debe inducirnos a pensar que puede estar presente la enfermedad (hace mención a que el pulso tibial posterior está presente en las personas sanas. Luego hace referencia a que el pulso de la arteria dorsal y el pulso poplíteo son más difíciles de palpar, siendo también significativas en el diagnóstico de la enfermedad).
La valoración de la fuerza del pulso es subjetiva y depende de la presión del pulso, la circunferencia de la extremidad, la edad del paciente y la sensibilidad del examinador. Para esta valoración puede usarse la ecografía Doppler pero no muestra si el flujo pulsátil es adecuado. Además datos importantes a la hora de esta valoración son la temperatura de los dedos de ambos pies y los cambios del color de la piel. También resulta aconsejable obtener un perfil lipídico completo, medir el nivel de homocisteína y diferenciar esta patología de aquellas que producen una sintomatología similar como la neuropatía diabética y estenosis vertebral lumbar.
En lo relativo al tratamiento se hace referencia a 3 tipos de pacientes: 1) paciente asintomático: se basa en medidas preventivas (cuidado de pies, prevención de factores de riesgo, etc; 2) pacientes con claudicación intermitente: a las medidas de prevención antes mencionadas, se añade el tratamiento farmacológico de la claudicación. Se destaca como tratamiento más efectivo el quirúrgico; 3) pacientes con isquemia significativa de los pies: cuyo tratamiento de elección es quirúrgico.
En el capítulo también se hace referencia al síndrome de los vasos pequeños que se define como “isquemia cutánea o áreas locales de cianosis o necrosis en una mano o un pie, generalmente con circulación adecuada”. En relación con este fenómeno se ofrece un cuadro con hallazgos y posibles causas; además de los criterios para su diagnóstico y su tratamiento.
Por último el capítulo acaba haciendo mención al “Fenómeno Raynaud” definido como “síndrome caracterizado por vasoespasmos periféricos, con palidez o cianosis intermitentes de la piel”. De este fenómeno patológico también se incluyen sus signos y síntomas característicos, los criterios diagnósticos y su tratamiento.

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